En Venezuela, el tema de las relaciones entre civiles y militares ha sido tradicionalmente muy polémico. El origen de la controversia es complejo, pero básicamente se trata del problema histórico relacionado con la significación política que los militares han jugado en la conformación del Estado y el lugar que deben ocupar en la sociedad venezolana. Pero, en lo fundamental, el liderazgo político civil venezolano no tuvo, ni ha tenido hasta ahora, la capacidad, el interés, la voluntad y claridad política, consistencia conceptual y convicción doctrinaria, e incluso hasta la necesidad de implementar un conjunto de mecanismos y técnicas para ejercer un efectivo control civil sobre el histórico potencial pretoriano de los militares venezolanos. De tal manera que, se puede afirmar que en materia de relaciones civiles y militares venezolanas, luego del fracaso del pretorianismo gobernante del dictador Marcos Pérez Jiménez, no hemos tenido un real y verdadero control civil sobre los militares. Al contrario, lo que hemos tenido es un entendimiento, acuerdo, fusión, alianza y simbiosis militar-civil y político-militar; no escrita, pero sí operante y efectiva. Después de varios siglos de barbarie, atraso e incivilización puede que el siglo XXI sea para Venezuela el siglo de la derrota definitiva del virus del pretorianismo y la supremacía final de la sociedad civil venezolana sobre los militares y sus instituciones armadas.
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