Con más de 1,7 millones de encuentros notificados por el Servicio de Aduanas y Protección de Fronteras de Estados Unidos -la cifra más alta en dos décadas-, 2021 fue un año excepcional para la inmigración irregular en la frontera sur de Estados Unidos. Aunque esta cifra incluye a ciudadanos de al menos 121 países, alrededor del 43% de los detenidos por las autoridades estadounidenses procedían de Centroamérica.
A menos que se produzcan cambios masivos en la política y el comportamiento humano en todo el mundo, la degradación del medio ambiente debida al cambio climático alimentará la volatilidad en Centroamérica durante las próximas décadas, con efectos secundarios perjudiciales para los vecinos México y Estados Unidos. Detener el flujo de personas hacia el norte desde Centroamérica no es factible ni deseable, especialmente dada la creciente demanda de mano de obra en Estados Unidos y México. Pero garantizar que la migración siga siendo una opción, y no una necesidad, requiere una planificación a largo plazo y la cooperación internacional para aliviar las inminentes consecuencias climáticas.