Más de dos décadas después de que el rol de Oliver North en el asunto Irán-Contra saliera a la luz pública como parte de uno de los escándalos políticos más importantes de Estados Unidos en la segunda mitad del siglo XX, el embrollo sigue ofreciendo una visión crítica de los debates contemporáneos sobre los mecanismos de la política exterior y el papel de los militares. La responsabilidad de North como individuo, combinada con ciertos facilitadores institucionales que florecieron dentro de la conducción de la política exterior de la Administración Reagan, dieron lugar a una inexorable bifurcación entre el ethos tradicional de las fuerzas armadas estadounidenses y los objetivos y prácticas de política exterior de una administración conservadora, a pesar de que a veces se confunden en la mente popular. Este artículo explorará las tensiones entre el conservadurismo institucional y el político, así como esas prácticas institucionales, que facilitaron el alejamiento de North de los instintos y el entrenamiento de la esfera militar hacia el de un activismo de lobo solitario.