El golpe militar de junio de 2009 que destituyó al presidente democráticamente elegido, Manuel Zelaya, provocó el aislamiento internacional del gobierno provisional sucesor de Roberto Micheletti y meses de agitación política que no remitieron hasta la elección del actual presidente, Porfirio Lobo, en noviembre de 2009. La política hondureña se ha estabilizado en algunos aspectos importantes desde la toma de posesión de Lobo: La economía se ha recuperado lentamente, y el Acuerdo de Cartagena de 2011 firmado por Lobo y Zelaya ha reintegrado políticamente al ex presidente de izquierdas a través de su nuevo Partido Libertad y Refundación (LIBRE) y ha reintegrado a Honduras en la Organización de Estados Americanos (OEA). Sin embargo, la democracia reconstruida de Honduras es frágil. El aumento de la delincuencia y la pobreza sin paliativos han diezmado los índices de aprobación del presidente Lobo y han fomentado la desconfianza generalizada en las instituciones democráticas. En la medida en que el LIBRE de Zelaya sea capaz de capitalizar este descontento en las próximas elecciones de 2013, estas instituciones se verán seriamente puestas a prueba.