Ahora más que nunca, América Latina necesita ayuda con su seguridad. En 2023, más de 40 de las 50 ciudades más violentas del mundo estaban en América Latina y el Caribe. Washington debería retomar la visión de que puede proteger mejor su propia seguridad al ayudar a los vecinos democráticos a mejorar la suya. Puede hacerlo aprovechando las lecciones de décadas de política de seguridad de EEUU en las Américas, pero también determinando cómo esas políticas pueden revisarse y mejorarse. Este artículo para Foreign Affairs explora la historia reciente de la asistencia de seguridad de EEUU en América Latina y el Caribe, destacando los éxitos y fracasos en lugares como El Salvador, Colombia y México. El artículo luego aborda por qué dicha asistencia de EEUU continúa rindiendo por debajo de lo esperado, señalando que el éxito de la asistencia en seguridad depende de líderes y organizaciones que Estados Unidos a veces puede influir pero rara vez controlar. Asimismo, aunque los gobiernos y las agencias de seguridad receptoras proporcionan chivos expiatorios convenientes cuando la asistencia de seguridad de EEUU falla, la propia burocracia de Washington comparte la culpa. En este sentido, el artículo concluye que Washington debe eliminar sus propias barreras burocráticas para fortalecer los lazos de seguridad. Minimizar los tiempos de entrega, comprometerse con inversiones a largo plazo y sincronizar las prioridades entre las agencias del gobierno de EE.UU. mejoraría la credibilidad de Estados Unidos como socio confiable. La larga historia de los vínculos de seguridad de EEUU en la región proporciona una base sólida para el entusiasmo regional por las iniciativas de EEUU. Pero si dichos programas realmente valiosos pueden lograr resultados dependerá de si Washington puede aprender de los errores del pasado y superar las limitaciones burocráticas y políticas que anteriormente lo han frenado.
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En América Latina y el Caribe vive sólo el 9% de la población mundial, pero se registra un tercio de los homicidios del mundo. Una mezcla letal de drogas, fácil acceso a armas de fuego y desempleo entre los jóvenes está alimentando una ola de violencia que ha adquirido proporciones epidémicas. Ecuador es ahora la zona cero de la brutalidad de las pandillas de la región. Que Quito consiga contener la violencia dependerá tanto de cómo se gestione la corrupción y la inestabilidad política, como de la fuerza bruta empleada para reprimir el crimen organizado. La decadencia de la región no tiene por qué ser la crónica de una muerte anunciada. En Ecuador, la nueva determinación nacional y las nuevas ofertas de cooperación internacional pueden ser un antídoto eficaz contra la creciente violencia de las pandillas. Ciertamente, el éxito de uno de los países más pequeños de América del Sur para desmantelar a las pandillas y a las instituciones corruptas que las protegen podría ser un comienzo prometedor para cambiar el rumbo de la nueva ola de delincuencia en América Latina.
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La pandemia de COVID-19 ha trastocado el orden político, económico, social e internacional posterior a la Segunda Guerra Mundial y muchos se preguntan si nuestras instituciones democráticas y económicas actuales son adecuadas y capaces de recuperarse de esta profunda crisis de salud, económica y de gobernanza. Si bien las democracias y las economías abiertas se vieron duramente afectadas por la pandemia, las redes ilícitas, incluidos los grupos criminales transnacionales, las organizaciones terroristas y sus facilitadores, han demostrado ser más resistentes, expandiendo sus actividades e influencia en las Américas. Este artículo examinará el impacto que ha tenido COVID-19 en la salud, la economía, la democracia, la seguridad en la región y en las redes criminales transnacionales. El artículo concluirá con recomendaciones sobre cómo las naciones pueden salvaguardar su soberanía y contrarrestar las crecientes amenazas de la corrupción y las redes ilícitas en el nuevo orden mundial.
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En Latinoamérica, como en cualquier otra parte del mundo, se ha demostrado que la corrupción política está tan arraigada que es sumamente resistente a todo cambio, a pesar de los múltiples esfuerzos realizados en materia de reforma legal y procesos penales. Esta monografía propone una explicación de esta poderosa resistencia al cambio en términos de cuatro atroces ciclos entrelazados. Una vez iniciado, cada ciclo se perpetúa y reafirma a los otros tres. Estos maliciosos ciclos abarcan (a) la economía informal, que consume ingresos del tesoro estatal, (b) la falta de transparencia en las negociaciones internacionales, (c) el delito organizado, que corrompe al sistema judicial y (d) el sistema de patrocinio de los nombramientos políticos. En función de un análisis de la conducta dinámica de todo el sistema, proponemos una explicación de las razones por las que la mayoría de los intentos de reforma fracasan y cómo se puede formular una estrategia acertada. Casi todas los conocimientos vertidos en esta monografía fueron obtenidos en la serie de seminarios de estrategia nacional NationLab realizados en ocho países de Latinoamérica.
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