Los estadounidenses están tan comprometidos con las elecciones y la democracia como el único camino legítimo hacia el poder político que a veces resulta difícil concebir la política por otros medios. Además, los responsables políticos estadounidenses tienden a creer que las elecciones ocupan un ámbito superior de autoridad moral, y esperan que, con los programas de ayuda a la democracia, América Latina y otras zonas en desarrollo "superen" las revoluciones, los golpes de estado, las huelgas generales y otras vías no electorales de acceso al poder. Sin embargo, como indica la cita de Silvert que figura a continuación, las vías no electorales pueden seguir utilizándose especialmente en circunstancias de crisis; además, estos medios extraelectorales pueden gozar tanto de legitimidad como de mandato constitucional. En este artículo ponemos a prueba estas proposiciones tal y como se aplican en América Latina.