Durante la pandemia de COVID-19, la vida tal y como la conocíamos cambió drásticamente a medida que las actividades, tanto lícitas como ilícitas, se trasladaron al mundo virtual. Fuimos testigos de cómo las compras, las clases universitarias, las reuniones diplomáticas, las transacciones financieras y las actividades de la delincuencia organizada pasaron a realizarse en línea casi de la noche a la mañana. La pandemia ha permitido a las organizaciones criminales transnacionales (OCTs) establecer nuevos mercados virtuales para su tráfico de drogas, personas, armas y contrabando, así como para el blanqueo de dinero con criptomonedas.