Dos acontecimientos sucedidos en 2008 hicieron notar cambios sustanciales en el sistema internacional: La invasión rusa de Georgia y la crisis financiera internacional; ambas recalcaron la impotencia de las instituciones internacionales para afrontar dichos acontecimientos. La guerra en Georgia dejó en claro que las medias unilaterales norteamericanas, que incluyen un despliegue norteamericano en las zonas de influencia tradicionalmente rusa, revitalizaron las relaciones de éste país con los miembros de la Organización de Cooperación de Shanghai, al fin de proponer una visión regional en cuestiones de seguridad internacional. Por otro lado, la crisis financiera originada en los EEUU ha repercutido en la economía mundial ocasionando, entre otros efectos, la volatilidad de los precios internacionales de las materias primas y la retracción de las inversiones en las economías emergentes. Los gobiernos están tratando de aplicar medidas correctivas ad intra mientras buscan, en lo externo, crear condiciones para estabilizar la situación financiera desde una perspectiva de cooperación. En este marco, la hegemonía norteamericana sin el complemento multilateralista, que significa contar con legitimidad internacional, es una invitación a la generación de contrapesos estratégicos. Desde la perspectiva del realismo crítico de la unilateralidad geoestratégica, como la de la guerra de Irak, sostiene que si se quiere gobernar al mundo, se debe apostar al multilateralismo.