El terrorismo fundamentalista, mediante sus cobardes ataques sobre objetivos en el continente americano, ha hecho evidente que dejó de ser una amenaza distante, pasando a ser una gravísima cuestión de la órbita de la seguridad nacional de todos los países del Occidente, y donde todos deberán colaborar para que ese enemigo sea derrotado. Sin embargo, puede afirmarse que no se trata de un nuevo conflicto, sino que el carácter religioso de la guerra planteada le proporciona al contendiente una valoración diferente del tiempo y del espacio, y esto no ha sido debidamente comprendido por el Occidente. La evolución y características de este particular conflicto se puede examinar desde tres perspectivas, las que respondiendo a distintos modos de acción, buscan dar respuesta al fenómeno del crecimiento del fundamentalismo islámico y su violencia fanática. Desde la primera perspectiva, se considerará la llegada al poder de la revolución islámica de Irán y el fundamentalismo, su influencia mundial, y las acciones realizadas a través de su iniciativa. En un segundo enfoque, se analizará la evolución de la guerrilla fundamentalista en Afganistán contra el invasor soviético, su participación en la guerra santa y el desarrollo de la posterior guerra civil. Finalmente, desde una tercera visión, será analizada la aparición de Osama bin Laden, como aparente líder del fundamentalismo global, estableciendo sus alianzas y los actos terroristas que fueron cometidos por grupos con los que tiene relación.
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Después del peor ataque terrorista hasta la fecha, muchos están debatiendo la mejor manera de combatir lo que algunos llaman la nueva guerra del Siglo XXI. El Embajador Javier Rupérez comenta sobre cómo el mundo debe responder a los eventos del 11 de septiembre, basándose en lo aprendido en la lucha de España contra el terrorismo durante los últimos 30 años. El embajador propone acción internacional abrumadora y efectiva contra el terrorismo en todas sus formas y dondequiera que ocurra. En esa acción, insiste que los gobiernos democráticos deben defender el imperio de la ley, porque si la sociedad no mantiene su superioridad moral en esta guerra, se convirtirá en una víctima fácil para actos de terrorismo en el futuro.
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