En los últimos dos años, la violencia y la visibilidad del conflicto entre el Estado paraguayo y el Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP) han aumentado significativamente, debido a la aparición de nuevas armas, tácticas y a la creciente participación de asesores extranjeros en ambos bandos, ya que cada uno se ha adaptado para ganar ventaja sobre el otro. Aunque la naturaleza del EPP se ha aclarado un poco, todavía hay que entender mejor muchas áreas para que el Estado paraguayo pueda derrotar eficazmente esta amenaza, lo que todavía puede hacer a un coste relativamente bajo si adopta la estrategia correcta y toma las medidas adecuadas. Este artículo proporciona parte de esa comprensión al identificar los acontecimientos y avances que se produjeron en aproximadamente dos fases: la ofensiva del gobierno (2010) y la adaptación del EPP (2011). El autor concluye que grupos como el EPP no son meros problemas policiales/judiciales, sino problemas de Estado, y que los Estados más exitosos son los que reconocen esto tempranamente y emplean todos los elementos del poder nacional para enfrentar el problema no sólo para reducir o eliminar la violencia, sino para prevenir su regeneración.
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El nuevo grupo guerrillero conocido como Ejército del Pueblo Paraguayo, o EPP, es único como insurgencia marxista contra un gobierno populista que simpatiza con el marxismo. Aunque todavía es pequeño, parece estar creciendo. Las evidencia indica que el EPP es un grupo serio que lleva más de veinte años desarrollándose. Tienen una ideología y un plan estratégico que están llevando a cabo sistemáticamente. Son cualquier cosa menos aficionados. Han recibido formación y ayuda de las FARC colombianas, si no de otras. Han acumulado fondos mediante robos de bancos y secuestros, y poco a poco están ampliando sus operaciones. Aunque a veces se les llama movimiento "foquista", la comparación se queda corta. Lo que distingue al EPP es la importante base de apoyo que ha creado sistemáticamente entre los elementos radicales del campesinado paraguayo, especialmente en el norte del país. Hasta ahora, el Estado ha respondido enviando contingentes de policías y soldados para acordonar y registrar zonas rurales en San Pedro y Concepción. Estas operaciones parecen haber dado pocos resultados. Este artículo analiza la historia y la dinámica del EPP.
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